Después de la parte I, siempre llega la parte II y aunque dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, yo estoy convencida de que esta si es buena.
Jana (que en realidad se llama Alejandra) y Keith Tom, buscaron y rebuscaron un sitio de celebración que tuviera un poquito de esencia asturiana, ya que seguro que a los ingleses les iba a gustar, pero también guardara esa elegancia que se buscaba.
Y por fin encontraron un hotel con restaurante: La Casona de Busto, con su restaurante El Patio de Balbona, donde sin duda consiguieron hacernos sentir como en casa, un equipo de trabajo excelente y siempre, y ojo, esto no lo puedo decir de otros restaurantes, dispuestos a conseguir que todas las bodas sean del gusto de cada pareja.
Jana y Keith (bueno, más bien Jana…) querían como sabéis una decoración especial, todo tenía que seguir una linea y David, el encargado del hotel-restaurante, le ayudó a ello.
De su mano estaba la busqueda de otros manteles y el cambio de sillas. Sin problema. Y repito, no todos los sitios están dispuestos a alquilarte todo esto para cada pareja de novios. Ole por ellos.
Así que todo estaba preparado para que The Happy Day entrara al ruedo.
Lo primero que decoramos, fue toda la zona del aperitivo, y es que JYK habían escogido un aperitivo impresionante.
Todo estaba repartido por diferentes mesas a modo de buffet, y en cada mesa algo diferente. Nosotros decoramos cada mesa, con hortensias, y flores variadas, velas, y una pizarrita donde traia lo que había.
Para beber, bebidas variadas y una barra de cockteles.
El jamón también estaba presente, no puede faltar en una boda española con invitados de fuera.
Botellitas y botes de cristal cubrían cada mesa…
Jarras de zink, lecheras….
Y banderines, muchos banderines terminaron de hacer el resto…
¿Habeis visto que barra de Sushi?
Terminaban de completar el escenario, un buffet de quesos asturianos (como no) y bandejas llenas de aperitivos variados, con una de las estrellas del sitio, Mini Hamburguesas.
Y como toda boda de The Happy Day, sabéis que siempre intento que el protocolo de las mesas sea diferente.
En esta ocasión, un panel con una tela preciosa y unas puntillas hicieron el resto. Todo ello rodeado de un mini bodegón, hizo que aquí tampoco pasara desapercibido.
Para que los invitados estuvieran cómodos, se dispuso una carpa a la cual le pusimos una moqueta crema, que puede ser más sucia que el resto de colores, pero sinceramente, quedaba preciosa.
Las cortinas y el velum, hacían el resto.
Convencí a Jana para que pusieramos todo el techo lleno de banderines, pero siempre guardando los colores pasteles que buscabamos con el Shabby Chic, en total 150 metros de banderines, ¡¡¡¡recortados y cosidos!!!! (a veces pienso que yo sóla me complico la existencia).
Ella a cambio me pidió que su vajilla vintage tenía que estar presente y me quedé con la responsabilidad de colocar 90 tacitas, con sus platitos; 90 platitos de pan; y fuentes varias… Cada una fue colocada como marca sitios, con el nombre de la persona en ella. Mientras desembalabamos una a una, mi marido me hizo jurarle que no coleccionaría algo de esto 😉
Y como sabía que no le iba a decir que no…(en una primera reunión que tuvimos en la que ni nos dimos cuenta de que eran casi las 12 de la noche y nosotras seguiamos hablando) también me comentó que como centros de mesa su vajilla estaría también presente, y cada centro eran las teteras y cafeteras a juego del resto.
Por si quereis conocer la vajilla: Mi mesa Vintage
Su mami se encargó de coger hortensias del jardín de su casa y yo del resto de las flores que cubrieron cada mesa.
Rematamos cada mesa con unos marcos, que ella trajo de casa de sus familiares que daban ese toque que ya faltaba.
Yo los utilicé como una pizarra.
La mesa de postres, en esta ocasión de nuevo toda la familia estuve presente. Las galletas y cupcake, casulidades de la vida, Jana había encargado ya antes de conocerme a Mar de Azúcar.
El pastel de la boda, hecho por la mamá y hermana de Keith con la receta de su abuela.
Los pajaritos de la tarta, de nuevo vinieron de Love Sweet Love, ¡¡¡¡eran preciosos!!!!.
Y el resto, tías de Jana.
Jana también me pidió que la mesa de las niñas de arras la decorara de niñas y aquí también me puso un punto clave: El centro sería una pecera con su pez.
Y creo que conseguí la mesa de niñas más dulce, y ñoña jamás vista :), ¡¡¡¡yo me hubiera pedido sentarme en ella!!!!
Cada paquetín tenía su sorpresa, pinturas, libretas para pintar… ains … (By The Happy Day, claro)
Por cierto, el pez no soportó el estres de la boda…y falleció. Que penita más grande me dio verlo al día siguiente 🙁
Y ya sólo me queda presentaros la mesa de los novios.
En ella se sentarían 10, por lo que tenía que ser súper bonita, pues iba a atraer más miradas de lo normal.
Jana y yo estuvimos guardando botes de cristal de conservas, botellitas… etc. y allí se colocaron haciendo un gran centro. Aunque parece sencillo, colocar esto tiene su pequeña ciencia, pues todos los botes se tienen que ver, pero ninguno en exceso…
También colocamos un camino de mesa para que levantara el color de la mesa.
Las flores que me costó decidir, no podían ser rústicas, por lo que todo se limitaba un poco, hasta que fui dando con todas estas.
Y como podéis ver el color de las sillas fueron estas tan elegantes.
Y aquí tenéis todo al completo:
Jana cuidó hasta el detalle de agradecimiento a las invitadas, a las que regaló un jaboncito en bolsita de té y tacita, de la mano de Olivia
Y mientras cenaban, nosotros convertíamos la sala del aperitivo en una sala de fiestas.
Las mesas de apoyo de antes, ahora eran mesas para sentarse tranquilamente con una copa.
La terraza era una terraza chill out, donde no faltaron las velas y las flores
¿Y os dais cuenta del panel de protocolo, y los marcos de su familia? Bueno, pues lo reaprovechamos (ya sabéis como me gusta eso) y colocamos en él las fotos antiguas de su familia, que eran casi todas de bodas!!!
Y lo que veis aquí era un árbol de huellas que cada invitado con una tinta que conseguí rosa y verde, mojaba su dedito, lo ponía en el árbol y firmaba encima. Precioso.
Y ya sólo me queda enseñaros el photocall que convertimos para ellos. Aprovechamos las banderitas para ponérselas y hacer una especie de ello. Jana y Keith no querían disfraces, sino algo más espontáneo.
Y así fue como, tras 25 horas de trabajo intenso (con una noche de dormir claro…) conseguimos esta boda tan bonita y llena de detalles, que reconozco, una novia con sus manos no hubiera podido conseguir. Para mi, ha merecido mucho la pena.
Gracias Jana y Gracias Keith por haber confiado en mi para una decoración tan especial, espero que fuera todo de vuestro agrado y haber contribuido a esos recuerdos que se quedan en la retina en un día tan mágico.
Y a mis seguidores, espero poderos haber transmitido lo que se vivió en esta boda. Repito, muchísimo trabajo, pero todo tiene un por qué, y en este caso, la felicidad presidía el puesto número 1.
Muaks!!
Carmen Roma.