Eran las 16.30 de la tarde de su boda.
Miguel hacia su aparición en la Iglesia de San Nicolás de Bari, en Avilés, quedando claro que los nervios no son sólo parte de la novia. Sin duda, el novio más a flor de piel que he visto.
Vestía un traje con parajita, como sabéis un atuendo muy de moda entre los novios más atrevidos y Miguel, no iba a ser menos.
Estaba como un pincel.
Pero sabía que el momento esperado por él y por Eva, la novia, no tardaba en llegar.
Se dispuso a subir las escaleras, unas cuantas escaleras… y recorrió el camino hasta el altar sobre una alfombra repleta de velas y con un color, que ellos dos escogieron con mucho cariño, para que coordinara con el resto de la decoración buscada.
Lo que Eva tenía muy claro, es que le hacía muchísima ilusión que las hortensias de su casa tenían que estar. Me encanta que las novias quieran que ese día les recuerde a todo.
Y me pidieron, si podía con ellas, decorar la iglesia. Aunque es mucha responsabilidad, todo el que me conoce sabe que no puedo decir que no. Las hortensias aguantaron lo justito para la iglesia.
Ver la cara de emoción de Eva fue lo mejor.
Y ya la gente estaba dentro, la novia no llegaría hasta que yo avisara que estaban dentro.
Eva fue una de esas novias que se las recordará siempre. La alegría y emoción que transmitía, era enorme. Pero no sólo por eso, sino porque no dejó nada al vuelo, era como una bailarina y su estilo, siempre es impresionante, pero el día de la boda fue ella al 100%.
Eva fue una novia de corto, con guantes y tocado. Además escogió una blazer blanca para el momento iglesia. Un 10 Eva.
Y los zapatos no dejaron indiferentes a todos, pero en concreto a las que…sencillamente amamos los zapatos (ains…).
Y Eva entró en la iglesia, pero hasta que sus 8 niños de arras no estaban colocados, no le dejé entrar. La novia tiene que tener su momento, pero sobretodo, tiene que tener el espacio abierto para que sus ojos puedan llegar fácilmente a los del novio. Ese si es el verdadero momento novia-novio.
Y otro de mis momentos preferidos, la salida. Que emoción más grande se vive en esos momentos.
Esta sonrisa es única.
Los novios aprovecharon las escaleras para hacerse fotos con todos los invitados, y así no olvidarse ninguna.
Después ya se fueron al restaurante, en el coche escogido por ellos, nuestro pequeño pelotilla, el Seat 600.
Donde Eva aprovechó los pequeñso espejos para retocarse…
Y ultimar las fotos, para llegar al Hotel Zen Balagares, un lugar que los invitados no sabían todo lo que habíamos preparado para ellos…
Os espero el jueves con ello!!!! ¿Qué habremos creado siguiendo el estilo de la boda?…
Besos
Carmen Roma
Laura Perancho: Me encanta!!Mis felicitaciones por el buen gusto!!!